miércoles, 7 de mayo de 2008

Ese lejano país llamado Chile, 10ª parte

Hasta ahora nunca he escrito sobre mi. Siempre he hablado de otros o de otras cosas, porque no quería convertir esto en algo personal. Pero ahora no me queda más remedio, tengo que soltarlo.

Estos días están siendo de lo más extraños para mi pequeña cabeza y gran cuerpo (por la chicha, no por los músculos). Cuatro años después de la 9ª parte parece que vuelvo a embarcar en un vehículo en el que recorreré nada menos que 10.700 kilómetros para alcanzar ese país con el que tantos lazos tuve, quizás tengo y quién sabe si en un futuro seguiré teniendo. Cuatro años más tarde, vuelvo a viajar a Chile.

Pero lamentablemente no es un viaje de placer (más quisiera yo). Es un viaje fugaz de tan sólo dos semanas para ir a ver a mi padre que espera en el hospital una temida operación de instalación de by-pass debido al segundo intento de infarto cardiaco por obstrucción (tuvo un infarto "exitoso" en el año 2002). Pero no es una operación sencilla, no. Su jod*** diabetes es el motivo de la complicación, el motivo de que no se le haya operado antes. Es muy riesgoso, sobre todo porque en el hospital tuvo un desequilibrio a raiz de una confusión en el tipo de insulina.

Todo el asunto de la operación, sobre todo el miedo a que salga mal, sumado a la mezcla de sensaciones que me produce volver a pisar mis queridas tierras chilenas tras cuatro años de alejamiento, el volver a ver a mi familia y a mis amigos tras tanto tiempo, el saber que voy a tener poco tiempo para ver todo lo que tengo que ver... hacen que me sienta más raro que un perro verde bailando el chiki-chiki.

Si a esto encima le agregamos que voy a tener que alejarme de mi apéndice, del que no me puedo separar ni aunque estemos en época de alto estrés y broncas, al que quiero más que a nada y más que a nadie en el mundo... alcanzo una situación de desubicación absoluta, de pensar "¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Qué hago?". Es algo que no creo que nadie entienda, aunque alomejor pueda describirlo como la fusión entre la tristeza y preocupación que me produce la situación de mi opá, la alegría que me provoca volver a verle y volver a viajar a Chile, junto a la melancolía que me entra por no haber viajado desde hace tantos años.

Siento que está todo lejano y frio. Siento que el pasado y el futuro invaden mi presente. Siento que no tengo suelo que pisar. Siento que pese a que el clima es caluroso, hace frío a mi alrededor, como si fuera la casa embrujada que tiene la nube con tormenta permanentemente encima del tejado.

Ya contaré más en otro momento.